viernes, 23 de septiembre de 2016

Terremoto

Preámbulo: A tí, que existes sin mí.

Oye, conchetumadre:

Primero, esa canallada de carta que leí, no puede haber sido del primer período, porque en ese entonces estabas demasiado deprimida como para tener algo. Además estaba en uno de tus cuadernos de la U.

Está bien, yo lo sabía por dentro, aunque en el momento no me importaba mucho. Hasta me lo contaste, ¿te acuerdas, conchetumadre?

Segundo, estoy hirviendo de rabia en este momento; yo que me desvelaba por tí, que salía de mis putos canones idiotas de niño nerd por tratar de ser dulce para tí, llegué a recibir de lo peor de tu parte. ¿Te acuerdas, mierda, del 2008? ¿Te acuerdas que viniste a verme, y sólo terminamos peleando por un asunto de menor calibre que éste? ¿Te acuerdas, conchetumadre, que me armaste una escena de celos el 2010? ¿Te acuerdas, por la concha facha, pinochetista y mormona de tu madre de todo lo que me hiciste llorar?

Tercero: sin perjuicio de lo anterior. Estoy al tanto de que no soy -ni fui- una blanca paloma. Sé que te hice daño, aunque nunca de manera intencional. Nunca al grado de confundir tu mente. No, no hice nunca nada como esta canallada.

Y si la cuestión tanto era así, ¿para qué conchetumadre me seguías buscando? ¿por qué tuve que ir a buscarte para que la tonterita terminara?

Sábelo: terminé hecho mierda cuando nos separamos. Lloré poco, sí, pero ello no implica ausencia de pena.

Hace algún tiempo también te maldecía. Nosotros, conchetumadre, podríamos haber sido felices si hubieses sido un poquito más estable, pero no. Y me sigo preguntando hasta el día de hoy, ¿por qué te enojabas tanto conmigo?

Tal vez acabo de encontrar la respuesta. Tú estabas buscando alguien con quien generar un lazo virtual. Algo fuera de la realidad, algo que realmente te conectara. Y no, no tuvimos nunca ese lazo, porque yo era -y aún soy- un ser mucho más virtual que tú. No había -y, de nuevo, tampoco hay- posibilidades de que nosotros entablaramos tal lazo.

Y de cierta manera, estoy de acuerdo con tu carta: ambos buscábamos ese lazo fuera de lo real que nos conectara, esa complicidad que hay entre aquellos que son socios. Cosas como engañar a otros, conocer algo muy bien y trabajar como equipo, incluso cosas como robar fueron asuntos que jamás hicimos, y que para ser francos, jamás las ibamos a hacer.

Pero, ¿por qué mierda tanto jugo, entonces? Si tenías una cuestión a espaldas mías, está bien; al menos en el sentido de que lo tenías y lo mantuviste escondido todo el tiempo. ¿No te carcomió la mente haberme arruinado una semana entera por un asunto menos grave? ¿O acosarme incesantemente acerca de mi relación de amistad con una canadiense con la que ni siquiera hablaba tanto?

¿No será, conchetumadre, que el origen de tus celos venía de tu relación a espaldas?

En fin, estaba ordenando y me encontré con esa carta. Al final del día, da lo mismo. Tú tienes tu vida, yo tengo la mía y avanzamos en paralelo cada uno. Espero que hoy seas arquitecto y que ayudes a construir una mejor ciudad. Por mi lado, parece que voy entendiendo algunas cosas.

A tí, que existes sin mí

Deambulando y ordenando mi casa, encontré un texto que vale la pena citar completamente:

Tú eras la razón por la que me conectaba a msn. Con nadie he mantenido conversaciones más largas, chistosas, entretenidas y de tanta compañía. Pero todo era virtual, msn no es nada. Nada para los demás, porque yo echo de menos las tardes y noches hablando como si la vida se fuera a acabar. Después de toda la embarrada que me mandé, no puedo mostrarte esto y por eso te voy a escribir que te quiero mucho aún. Aquí viene lo que no te gustaría leer... lo que te quiero a tí, no cambia lo que siento por mi pololo, a él lo amo.
Te extraño.