lunes, 23 de febrero de 2015

Banalidades

Quería hacer una lista de las cosas que he visto con la chancha:

- Un puñetazo en los cocos a un sujeto en Brasil. Lo admito, me fui muerto de risa.
- Un wn sacarse la rechucha tratando de subir un monte en Vital Apoquindo
- Un wn pajeándose sobre una mina EN PANTALONES en Rosas
- Perros ladrándome y casi mordiéndome en la Gran Avenida
- Una mujer sacarse la puta madre en bicicleta en Isabel La Católica, por la cresta que quedó hecha mierda.
- Dos lesbianas comiéndose en La pirámide
- Piscolits con los perrits llegando a Los Domínicos.
- Un bar para bicis en Bilbao
- Un lugar de sushi para las bicicletas, creo que en Teatinos.
- Un apuñalado en Polpaico, por la chucha que me pasan weás random.
- Una pareja arreglando un auto en Panne en Chicauma, qué paja quedar tirado en medio de la nada

Eso, algunas son fomes, otras muy chistosas y hasta impactantes. A lo mejor algún otro día sigo contando qué mas veo.

miércoles, 11 de febrero de 2015

El Chena

Todo el que viene a Santiago se fija en los dos cerros principales de la Ciudad: el San Cristóbal y el Santa Lucía. Estos son los dos cerros de la ciudad que atraen la mayor cantidad de turistas porque se encuentran en el centro.

Cerros burgueses, están llenos de caminos, lugares turísticos y hasta palacios he visto. Por la cresta, si hasta he entrado a uno. En particular lo poco que conozco del San Cristóbal lo hace ser quizás el cerro más imponente de la ciudad. Sus caminos hacen que se pueda ver Santiago desde cualquier ángulo deseado, y la verdad es que son BASTANTES más caminos de lo que uno esperaría. Algún día espero poder tener la potencia para poder conocerlo entero.

Pero qué pasa con los otros cerros que marcan hitos en la Ciudad? Hace poco un amigo me dijo que vivía a los pies del cerro La Ballena, y yo -Actual Santiaguino ignorante y ex provinciano- por supuesto que no tenía idea cuál era tal cerro.

Y me pregunté: Por la chucha, cuánto sabemos los que vivimos en esta ciudad de los cerros de la periferia? y más aún, de los cerros que marcan un hito?

Me acordé entonces del Chena. La primera vez que lo ví tenía 10 años. Ibamos en dirección hacia el Sur en las primeras vacaciones grandes que nos dábamos, en ese entonces no sabía su nombre, pero cuando pasé por ahí supe inmediatamente que al pasar el cerro estaba fuera de Santiago. Y entonces, qué pasa con este cerro? Por qué parece que está tan descuidado y que nadie lo quiere?

Y ahora cada vez que lo veo pienso lo mismo, porque cuando visito San Bernardo (o Buin, o Paine) por el Autopista Central se me pierden las proporciones, y resulta que Lo Blanco es a la cresta, pero San Bernardo está más allá de Lo Blanco y La Vara, está justamente al lado del Chena. Incluso hay sectores de Gabriela desde donde se ve clarito el Chena al fondo.

Resulta, además, que en el sur de Santiago vive bastante más gente que en el Centro. Y, si me permiten mis amigos que viven hacia el norte, yo creo que desde Vespucio hacia el Sur vive fácilmente la mitad de Santiago. Entonces, por qué cresta me parece que el Chena es un cerro triste y que nadie lo quiere? Más aún, lo comparo con el San Cristóbal y me da un poco de pena, porque me parece que al igual que el San Cristóbal, el Chena marca un hito en esta ciudad, y mucho más que el Santa Lucía, pero parece que nadie quiere al pobre cerro.

Pero no te preocupes, Chena, yo plantaré una simiente en tus lugares, y te iré a visitar, y te daré el respeto que te mereces.

viernes, 6 de febrero de 2015

Isidora

Contigo me conocí cuando era un cabrito, lleno de energías y sin preocupaciones de ningún tipo. Todo era más simple, salíamos y nos hacíamos compañía por las calles y carreteras de Atacama.

Al llegar cierto año dejamos de juntarnos tanto por cuestiones de salud. Nos vimos de vez en cuando en trayectos cortos en los que recuerdo perfectamente la manera en que aclarabas mi mente con sus dudas, problemas y cuánta cosa más pasaba por ahí. Francamente no puedo decir que te extrañé mucho, porque ya en esos años habían otras cosas que me despejaban la mente, aunque a veces la llenaron de más problemas.

Después vino Santiago y definitivamente no te seguí viendo más salvo contadas excepciones. Recuerdo perfectamente algunos paseos largos que dimos por Copiapó con mucho frío, pero ambos sabemos que no importaba, porque siempre fuimos un par simbiótico, de manera que banalidades como el frío o el cansancio nunca importaron.

A veces también fuimos por alguna bebida por ahí, pero en el año yo estaba acá en Santiago, muriendo.

Y llegaste a Santiago, pero no eras lo mismo de antes, estabas destruida, a punto de sucumbir gracias a la maldita Termodinámica, mas no me importó, me junté contigo aún en tu condición -que no me importó- y volvimos a la tan beneficiosa simbiosis.

Dejé de morir y tú también. Algunos tropiezos has tenido en tu camino por esta ciudad, pero juntos hemos logrado que seas lo que otrora fuiste, sacando todo mi potencial a flote y recordándome las cosas de las que soy capaz. Me has dado ganas de seguir adelante con la vida y el trabajo, pero sobre todo con mis vueltas locas, que en algún tiempo también pararon.

Y aquí estoy, pensándote y queriendo pasar más tiempo contigo, me falta tiempo para poder hacer contigo todo lo que hemos planeado, pero ya vendrá, Isidora, no temas, que yo voy a estar siempre a tu lado.

jueves, 5 de febrero de 2015

Vietnamita del norte

He pinchado 3 días seguidos. He gastado parches como loco, más plata que la cresta en cámaras y perdido tiempo no sólo mío, también de otras personas. Estoy cansado de parchar ruedas, de andar con herramientas de mala calidad y de tener que parar en medio de la ruta por estos incidentes. Estoy agotado.

Sea lluvia o sea calor en exceso el trabajo seguirá igual. No voy a parar de usar mi medio de transporte, no por estos incidentes. Podría ser si es que se me quiebre el marco, o si es que caga la horquilla, o si la transmisión se va a la mierda, pero no por un par de pinchazos ordinarios. No.

Con viento y marea, a pesar de toda la adversidad seguimos en pie me dijo una vez un guardia. Y aquí es lo mismo, nunca me voy a rendir, aunque tenga que parchar infinitas veces la cámara, aunque la llanta se haga mierda. Aunque pase cualquier cosa, nunca me voy a rendir.

La bici es mi pasatiempo favorito, es mi forma de desestresarme y de quemar todo lo gordo que soy, es parte de mi vida, y no estoy, ni jamás estaré dispuesto a rendirme por nada, mucho menos por estupideces.

Nunca me voy a rendir.

martes, 3 de febrero de 2015

Sucumbir

Estaba hasta el carajo. Ruedas descentradas, todo lo que aprieta y tiene tuercas o use llaves alen estaba oxidado. El manubrio malo, toda llena de barro, pintura mala, los forros estaban resquebrajados por el sol y el uso. Sin mantención hace más de 7 años.

Pero decidí retomar, y perseguir el objetivo de hacer de ella mi transporte principal. Hablé con un viejo amigo para arreglarla y así fue. Pasamos como 7 horas un día arreglándola, le compramos nuevos forros, cámara, frenos, gomitas para el manubrio, grasa para cadenas, U-lock y alguna que otra herramienta por ahí. Le sacamos brillo, cambiamos lo que había que cambiar pero un rayo estaba roto.

Cagamos.

La rueda trasera quedó descentrada y con un rayo menos. Se podía andar si tenías el cuidado de no cunetearla o de pasarla por grandes hoyos. No me importó, me dí una vuelta gigante por Santiago, de esas por donde veo todo Santiago. Y fue la raja. Ya estaba operativa al menos. La rueda delantera quedó con scotch en vez de cubrellantas, pero aguanta bien.

La ansiedad me ganó. Así que el lunes (hace algunas horas) la llevé a centrar la rueda trasera y cambiarle el rayo. Volví algunas horas más tarde a buscarla, no estaba listo pero esperé y aguanté, porque el sucucho me agradaba. No era de estas mariconadas super ultra brillantes donde los giles te venden weás que no conocen. Estaba sucio (de grasa) y desordenado, lo que indicaba que estos sujetos conocían lo que estaban haciendo, pues de otra forma hubiera estado blanco, como las tiendas mariconas de las que hablo.

Finalmente quedó la rueda lista y me fui a Puente Alto (en verdad es La Florida), no duré ni 20 minutos pedaleando y pinché la rueda. Caminé hasta la bencinera y no hubo caso. Me fue a buscar mi tío y terminamos perdidos en una población en Macul. Pero llegamos donde mi tía, que me sirvió sendo plato de comida y algo de vino. Con eso me calmé y paré de patear la perra por tanta mala suerte.

Decidí ver si podía arreglarla. Tenía todos los implementos salvo el bombín, así que nos pusimos a ver si existía un bombín ahí en la casa de mi tía.

No había.

Afortunadamente mi tía tuvo la brillante idea de conseguir el bombín con el vecino. Lo hicimos y me demoré, pero parché la cámara, mientras conversabamos de las relaciones madre-hijo/hija y madre-yerno/nuera. Al irme mi tío supuso que me iba a ir con él en auto. Ni cagando, me había sacado la chucha para arreglar la wea para ahora irme en esa weá?

La tomé, me fuí a la bencinera y equiparé las presiones en las ruedas, pedaleé hasta la casa y aquí estoy, sólo gracias al fruto de mi perseverancia y capacidad física (que harto pobre que es).

Pero reflexioné: podría haber mandado en cualquiera de estos desafortunados momentos a la cresta mi sueño, pero ni cagando, porque amo andar en Bicicleta. Ahora no sólo yo soy la micro, sino que además la conduzco.