viernes, 30 de enero de 2015

Textos, Metáforas y Epítetos

Quien haya escrito o haya leído poesía alguna vez en su vida probablemente se habrá encontrado con estos recursos que se usan para decir algo a veces escondidamente, a veces para explicar, o a veces para sublimar el mensaje.

Algunas veces resulta que erróneamente se ocupan estos recursos con el propósito de ser intelectual o algo por el estilo. Un amigo una vez me dijo "no hay nada peor que el poema del ingeniero a su polola", no sé si iba o no dirigido a mí, pero pensándolo bien, suena cierto, sobre todo cuando se ocupan terriblemente estos recursos que pueden embellecer un montón los textos que se quieren escribir.

Y quiero preguntarme yo, para qué sobreusar por sobre todos los recursos posibles los epítetos? Llega a veces parecer una broma que la noche sea oscura, implacable, maligna, terrible, jóven, longeva y bla bla bla... por qué simplemente no se usa alguna otra cosa para describirla? Una palabra atípica, o qué se yo, existen montones de figuras que se aprenden en la media. Ninguna de las cuales puede causar rechazo si no se sobreusa.

El punto no es sólo usar figuras literarias para enfatizar el mensaje. A veces resulta que hubiera sido más fácil escribirlo en dos palabras y ya está. Entonces, cómo cresta lo hacemos para que lo que queremos escribir suene bello?

Cómo lo hago para que se entienda lo que quiero decir? Será que tengo que evitar las palabras raras? Será que uso muchas analogías y por eso todo lo que escribo se vuelve aburrido? O quizás el mensaje es malo de por sí y no hay nada que hacer.

No he caido en el juego de usar epítetos para cualquier cosa, pero sí uso la analogía como quién se cambia de ropa, he de cambiar eso. Hay algo más que se pueda hacer para escribir decentemente?

jueves, 29 de enero de 2015

Misticismo

Hace algunas semanas ya encontré a un señor que pudo leer a una amiga mía como si ella fuera su vieja amiga. Por como sucedió todo, no parece que se conocieran de antes. Salieron a flote temas como aura, colores, alma y los sentimientos de la niña puesta en cuestión.

En el momento fue algo casi sorprendente, ella se quebró porque algo de lo que dijo era cierto, recordó con pena una relación con alguien que es importante para ella. Yo no supe que hacer la verdad, en un contexto de tomar cerveza no suelen hacer salir sentimientos de lo más profundo de una persona, además, ni siquiera era -ni soy- yo tan amigo de esta muchacha. Todo esto sin considerar lo malo que soy para enfrentar este tipo de situaciones.

En fin, la abracé por algunos segundos y traté de hacerle cariño o algo así, para que se sintiera mejor. Pero ninguna de mis acciones tuvieron efecto alguno, probablemente porque ella -con justa razón- no me considera su cercano.

El caballero que desató la hecatombe declaró que él no era místico en ningún sentido, que "esa weá no existe". Y yo la verdad es que no sé si creerle. La RAE dice que lo místico es aquello que incluye misterio o razón oculta, alguna otra acepción se refiere a lo que se dedica a la vida espiritual. Pues bien, de acuerdo a la entidad lo espiritual sería aquello que proviene de un ser inmaterial y dotado de razón.

Como ustedes saben, mi escepticismo -y aquí voy a decir algo que parece casi religión- no me permite tomar a un espíritu como algo verosímil, los seres no pueden ser inmateriales. Así de simple lo digo y honestamente me cierro a la posibilidad de creer lo contrario, porque sé que los espíritus no existen.

No obstante, el misterio sí que existe. Desde chicos que lo sentimos, las ganas de conocer más alla tienen su origen precisamente en el misticismo.

Lo que no sabemos es místico, pues alberga misterio.

Volviendo a la persona que ocasionó el diluvio, es legítimo preguntarse: Cómo cresta hizo este personaje para saber tanto de la niña? Asumiendo que no la conoce de antes, cómo es posible que el sepa asuntos de lo más profundo de ella sin más que una primera mirada?

Bueno, existen varias opciones, algunos dicen que simplemente es suerte, pero yo no creo. Sin saberlo nos encontramos con gente que tiene la capacidad de leer (parece que ésta es un poco escasa, pero ese es otro cuento). Y sin darnos cuenta, todo lo que nosotros transmitimos y mostramos al exterior es suficiente para saber nuestro ánimo.

Estas personas tanto se esfuerzan por entender lo místico y ver un poco más allá de la apariencia terrenal que terminan por aprender esta disciplina que nada de mística ni de sobrenatural. Simplemente es lograr ver en la otra persona aquello que transmite, y como cualquier disciplina, sin ejercitación muere.

El tarot es un caso simple, pero general. Quién cresta se va a ver la suerte cuando está seguro?

En fin, las cosas místicas son del misterio. Lo demás, son weás. Así de simple compadre.

Una dedicatoria sobre ética

Perdonenme, señores, si les digo que quiero ser decente y no causar daños colaterales. Ni a quien trabaja ni a quien consume.

Perdóname cuando te digo que no quiero ser juzgado por ser el buen hombre en la situación, porque un hombre bueno no dispone del sueldo de los trabajadores para su propio beneficio, un buen hombre sigue sus convicciones cuando éstas no se convierten en lo contrario.

Perdóname, concha de tu madre, cuando te digo que eres un hijo de puta por seguir tu beneficio propio sin siquiera importar quienes son tus amigos, mucho menos los amigos de tus amigos.

Y perdónenme mis amigos, por pensar en la reivindicar las dictaduras en este momento, porque seres como estos realmente no merecen seguir vivos, porque por más cagado que esté, nunca voy a dejar de confiar ni en mis amigos ni en sus amigos. Cuando tu amigo hace una canallada de este estilo simplemente se le debe colgar de la plaza en pelotas.

Perdóname cuando te digo que ni siquiera mereces estudiar en la Universidad. Hay quien hoy está hasta el pico de plata, otros emocionalmente y así tantos motivos se pueden encontrar, pero no se debe confundir -y hoy lo aprendí- universidad con educación. No señor. Y todavía estudias derecho, grandísimo hijo de puta.

No queda más que desearle la muerte a estos indeseables y abyectos proyectos de seres humanos. Y es más, me retracto de mis disculpas, porque nunca he pedido perdón por ser como soy, o por pensar como pienso.

martes, 27 de enero de 2015

Interpretación Pobre

En estos tiempos el término buitre se viene empleando hace mucho para caracterizar a gente que acapara lo más mínimo. Pero hace poco tuve una epifanía, a propósito de alguien que dijo que los animales carroñeros cumplen una función tan buena, y se les trata tan mal.

Aquí no expongo la lírica, sino mi interpretación.

Hay un montón de pena y tristeza en este mundo. No sé si por observador, o por la edad, o por la época, o quizás por un motivo ulterior del universo me pasa que he visto un exceso de gente apenada. Llantos por montones, desesperación, tristeza e incertidumbre rondan por mi alrededor como si fuera a llegarme en algún momento, y la verdad es que un poco me anduve contagiando de la tonterita.

Pero la verdad es que me sentí como un buitre. Engullí y tragué todo lo malo, lo que este mundo rechaza y lo que desdeña, lo aprehendí y aprendí también de ello, no cometí los mismos errores, y resulta que en algún momento me volví mejor. Quizás no mis amigos, ni la gente que conozco, ni la calle, pero yo sí. Y es lo único además de tragar pena ajena que puedo hacer para volver un mundo mejor.

Cuando digo tragar pena y engullir no hablo de simplemente dejarla pasar. No. Más bien todo lo contrario, aceptar la pena y escucharla, eso es devorar purulencia. Toda la pena y muerte que ronda es tanta que no se puede hacer más que devorarla para tratar de hacer esto un mundo mejor.

Y con tanta comida de carroñeros, crecí, fui una hiena y reverdecí, traje la primavera y un poquito de alegría a todo el mundo. Incluso a mí mismo.

Besé la mano de la muerte y me hice mejor.


martes, 20 de enero de 2015

Alameda en verano

Hace frío inusualmente y todos caminan rápido. Es la hora de llegar al trabajo y vamos todos más o menos atrasados. Se ven viejas vendiendo pan, jugos de fruta, algunos venden smoothies (no sé cómo se dice en español), otros venden artículos de la época y cuántas otras cosas más.

La Alameda cambia de cara varias veces cada día, no es lo mismo con a las doce del día que a las 12 de la noche. El lugar también influye, pero ahora quiero hablar del sector de Moneda.

A medida que el tiempo avanza cambia la gente que transita por ahí, pero se distinguen bien algunos grupos: Turistas que se sacan fotos frente a La Moneda, Funcionarios que bien peinados transitan hacia ministerios para cumplir sus objetivos, Gente que no sé qué tiene que hacer en el centro a esa hora. Me dan envidia, la verdad, porque yo quisiera transitar errante por la Alameda sin tener nada que hacer, al menos ahora, que mi estilo de vida ha cambiado. Pero no puedo.

Ya llega la hora de almuerzo y sigue pasando lo mismo, quizás con más turistas, o qué se yo. Igual salgo después de la hora que la gente normalmente almuerza así que comento con esa vista. Se ve más gente fumando y andan todos menos apurados que en la mañana, el ambiente se vuelve más calmo y es un poquito más fácil transitar, pero sólo un poco, porque de todas maneras hay más flujo de gente que en la mañana (principalmente debido a la gente que camina errante por el lugar). Hacia el sector de Ahumada la cantidad de gente es Abismante, así que no suelo pasar de Nueva York hacia el oriente, con bastante parsimonia almuerzo lo que sea que me depara el día.

La vuelta hacia moneda es siempre más tranquila que la ida. Parece que es cierto que alimentarse te calma, quizás porque uno queda menos nervioso o quizás porque la comida en la guata hace que no se pueda caminar más rápido. En fin, como es más lento el trayecto me dedico a observar más a las personas. Ellas suelen caminar despreocupadas que ellos, las más jóvenes siempre están riendo... yo me imagino que es porque hablan con hombres cuando van mirando el celular, o van con hombres, literalmente, la verdad es que pareciera que siempre van más acompañadas que ellos, ya sea virtual o realmente. De todas maneras, algunas son más observadoras y me cruzo algunas miradas con ellas, supongo que es a lo mejor que puedo aspirar en ese momento. Las viejas suelen ir apuradas y preocupadas de puras weás, lo digo así porque realmente así es, hablan por celular de que hay que comprar shampoo, o que hay que ir a la peluquería, o lo que sea que realmente no importe. Por qué parecen tan infelices?

Ellos, en cambio, me parece que van más solos que acompañados, y si van acompañados es por otros de su clase, suelen mirar más a su alrededor pues todos finalmente buscamos compañía. Parece que los hombres miran más a las mujeres que las mujeres a los hombres, no sé si es por cómo la sociedad lo definió o por instinto. Alguien me dice que es por la sociedad, lo leí por ahí. De todas maneras, los jóvenes siempre parecen más apurados que los viejos, porque en verdad todos andamos atrasados siempre, y me imagino que más que las mujeres, pero no sé por qué. Los viejos, en cambio, andan más calmados y no se puede saber qué les preocupa, porque no suelen hablar mucho por teléfono en la calle. Sólo miran.

Será que los hombres son más felices cuando son viejos y las mujeres cuando son jóvenes?

No sé, no creo, y es más, creo que me equivoco profundamente, y lo anterior es una percepción errada, pero creo que hace falta un cambio de paradigma. Un cambio grande, de todas maneras.

Hacia la tarde hay mucha más gente, menos turistas (no entiendo por qué) y más gente con ropa casual, pero igual van todos apurados, se ve gente parada en la vereda fumando. Siento que hay una conexión lejana, muy lejana entre nosotros, pero existente de todas maneras. Es como si los que fumamos formaramos una secta entre todos los que van en la calle. Como si fueramos una ciudad distinta. Pero no, no lo somos.

En la tarde ya no hay tanta gente, todos caminan mucho más lento, voy hacia la casa cansado, pero tranquilo, son casi las últimas energías que me quedan del día. No suelo observar nada en este momento. Nunca entendí por qué quedo tan cansado al final del día.

lunes, 19 de enero de 2015

Citas

Una vez un caballero, que ahora es socialista, dijo que la lucha estudiantil está anquilosada porque se hablaba sólo en lenguaje de consignas y nadie desarrollaba ninguna idea al respecto.

En este pequeño mundo literario que se arma en Blogger, las citas son frecuentes. He visto muchas ultimamente, y pareciera casi que cuando alguien las dice es el sabio del grupo. Cantaba uno de mis compositores favoritos

Oye, por qué me veo como un payaso?
Por qué me suenan herraduras?
Por qué ese tonto está de sabio?
Y regalando drogas duras?

Y aún así el susodicho meaba sobre la simiente. Nótese que en este momento yo también estoy citando, mas no contraargumentando una opinión. Fácilmente podría yo estar equivocado en lo que voy a decir, pero mi cita no es un argumento, más bien pretendo ejemplificar el punto central que expongo ahora.

Las citas son nefastas cuando es una respuesta a secas. Sin contexto es lo primero que puedo pensar que empieza a derribar cualquier respuesta que se dé al argumento que sea. La falta de contexto puede terminar por fatalizar aquello que era en verdad heroico, o bien augurado. La falta de contexto es el éxito de la sección Grandes Pensadores de Caiga Quien Caiga, cosa que no es difícil de entender: con las frases sacadas de contexto cualquiera se hace un Gran Pensador.

Lo segundo es la falta de desarrollo respecto de lo que las citas querían decir. Citas de Simone De Beauvoir aparecen frecuentemente y caen en esta categoría, hasta este momento no estoy seguro de que todos sepan que quería decir ella cuando escribió El Segundo Sexo. Hay muchos ejemplos dando vuelta en Tumblr que son frases escritas en máquinas de escribir por gente que más bien se dedica a rebloguear imágenes. Es fundamental saber de lo que se hablaba en principio para poder usar una simple cita como contraargumentación.

Finalmente, y estoy seguro que quedan muchas otras razones, es lo entrampada que queda la discusión cuando alguien usa una cita como argumento. Sin saber si la persona realmente entendió lo que en primer lugar fue un argumento y considerando que probablemente la otra persona no tiene idea del contexto en el que la frase dada como contraargumento fue escrita (o emitida, en realidad), no queda mucho que hacer. Re-explicar toda la idea y más aún discutir sobre si la cita está correctamente empleada no genera el mejor ambiente para discutir nada.

En fin, las citas son peligrosas, y es mejor evitarlas, a menos que sea sólo para ejemplificar un punto más que para responer.

Y no, lo esencial no es invisible a los ojos. Y más aún, la Semiología trata de los signos, no de la capacidad para ver. No es triste cuando no sólo no te entienden, sino que se empieza a discutir por asuntos que nada tienen que ver con lo que en primer lugar fue planteado?

Sinceridad

Hoy quiero escribir una pseudo epístola y ser sincero, porque cuando hablo (es decir, no cuando escribo) usualmente no lo soy.

Estoy algo atrapado porque siento que cuando escribo no puedo expresarme correctamente, los símbolos que transmito al escribir no alcanzan a ser ni siquiera un infinitésimo de lo que quisiera transmitir al hablar. Esta es la razón de por qué no me gusta la alienación en dispositivos móviles cuando me junto con la gente, es mucho más fácil escribir que hablar, porque las palabras son secas y casi vacías al compararlas con una persona hablando y expresando lo mismo. Hablar es riesgoso, se transmite el miedo, la cobardía, la pena, la hostilidad, pero también se transmite la valentía, la tranquilidad, el cariño y la preocupación, entre otras cosas.

Todo esto me contradice un poco, porque suelo ser un amante de las cartas. Tú más que nadie lo sabe, pues eres la persona que recibió arrasante mayoría de todas las cartas que he escrito en mi vida. Y quiero contarte a tí que no existe ninguna contradicción, porque la carta es el medio por excelencia para expresar sinceridad. Su formalidad exige buena redacción, caligrafía, sinceridad y ciertamente ortografía, valga la redundancia, de manera que su solemnidad obliga a quien la escribe a decir la verdad con todas sus letras y sin pelos en la lengua. Tomando en cuenta el hecho de que las palabras escritas pesan mucho menos que las palabras habladas y juntándolo con lo que he expresado anteriormente, una carta debe ser una obra maestra por parte del que la escribe, porque para expresar todo lo que queremos decir hablando se necesita una infinidad de palabras más que las que se usan para decir lo mismo cuando se habla.

Entonces, sí. Estoy atrapado, porque las conversaciones cotidianas que quisiera tener contigo no las puedo tener seriamente, a veces parece que lo que quiero decir siendo sincero suena hostil, cuando no lo es. A veces parece que mi curiosidad suena a algo inapropiado (pero falso, de todas maneras). Me suelen preguntar si estoy enojado o incómodo hablando por esos medios, y en parte sí, me siento algo incómodo porque no puedo transmitir todo lo que quisiera sin tener que escribir un texto tan largo como éste. Quién lo lea podría extraer el tema central y resumir esto en quizás un sólo párrafo, pero sería imposible que se pudiera transmitir la honestidad que quiero reflejar, o la tranquilidad con la que desearía expresarme si hablara de este tema.

De todas maneras, casi pienso en tí todos los días, porque aun no resuelvo qué es lo que quiero hacer. Tienes razón en que la incertidumbre y ansiedad pueden llegar a matarnos, pero es la única forma de salir del entuerto sin quedar con cicatrices gigantes.

Últimamente he visto a mucha gente llorar y demostrar vulnerabilidad involuntariamente, y me ha dado pena. Yo quisiera ayudarlos a todos, y hacerles entender que la mejor manera de andar por el mundo es sin cicatrices, o pequeñas y cerradas, si es que existen. Pero desafortunadamente también me encuentro en esa situación contigo.

La diferencia es que ahora, he asumido el problema nuestro, y tengo la voluntad de arreglarlo, así que supongo que la cicatriz está cerrando.

El otro día me ví envuelto en un casi choque en La Pintana y algunas horas más tarde volví a aspirar lacrimógeno después de un par de años. Me acordé de tí, y de una frase que mis no amigos decidieron, desafortunadamente, inmortalizar. La frase fue descontextualizada, pero aún así caí ante la presión de decirlo. Quizás soy un estúpido, aunque no creo.

En fin, alguna otra ocasión habrá para contarte otras cosas.

Siempre me gustó la despedida de cartas en inglés "Sincerely Yours", pero esta carta no está escrita en inglés, así que no puedo usarla. Aunque, como sé que lo entiendes, dejaré que este chiquito párrafo sea mi despedida.

Me gustan las cartas, ahora todo el mundo lo puede saber, quizás algún día recibiré una tuya? Me pregunto.

viernes, 16 de enero de 2015

Escuchar

Nadie revoluciona ninguna cosmovisión cuando dice que oir no es lo mismo que escuchar. El tema es viejo, y sea cual sea la definición que demos a cada uno, resulta que uno tiene que ver con la capacidad sensorial de simplemente escuchar -u oir- ruidos, bastará salir un rato a la calle o a la intemperie y notar el viento correr, o el pasto chocar entre sí, o escuchar conversaciones ajenas. El otro término más bien se relaciona con aprehender aquello que se escucha. En efecto, es evidentemente distinto escuchar el viento mientras vamos apurados al trabajo, que escucharlo mientras estamos en el parque, disfrutando de la sombra o cualquier cosa que por ahí se haga.

Esta diferencia de términos es un tema interesante por cuanto hay gente que literalmente invierte los roles de éstos en su diario vivir y hay otros que más aún, pregonan que todo debe ser escuchado, mas no aprehenden nada.

En una ciudad como Santiago, y casi por sobre todas las otras ciudades del país, ocurre el primer fenómeno. Resulta que esta ciudad es más ruidosa que otras, por su alto flujo vehicular en primer lugar y quizás porque se ha construido mucho durante la última década. Nadie se sentiría sorprendido si alguien comentara que vivir en el centro de esta ciudad es una experiencia desagradable por el ruido que hay, hecho que es muy cierto.

Pero, después de todo, poco puede hacerse para convencer a estas personas de lo contrario, no basta con hablar sobre los beneficios de vivir en un lugar como éste, porque resulta que lo negativo es más importante. Todos suelen huir al lugar donde les sea posible vivir lejos del ruido: Unos a Pudahuel, otros a Maipú, otros a Puente Alto, otros a La Reina, otros a Las Condes, a Lo Barnechea, a Huechuraba, a Colina, a Quilicura y cualquier comuna periférica de la región, sin importar los costos que se tengan que pagar, sobre todo en transporte.

Y es que éste fenómeno es precisamente lo que antes describía, se aprehende más el ruido que las conversaciones con gente que trata de explicar lo bueno que puede tener la situación. Justamente a esto me refiero cuando digo que se invierten los roles entre escuchar y oir. Para explicarlo, supongamos que escuchar es aprehender y que oir es la capacidad sensorial. Con eso explicado, y considerando la situación expuesta, se tendería con justa razón a pensar que lo que hablan las personas es más importante que el ruido, es decir, que uno debiera escuchar lo que la otra persona habla mientras se oye el ruido, pero resulta que lo que ocurre es lo contrario, se escucha el ruido mientras se oye la conversación.

Respecto de lo otro, es un tema doloroso y puede llegar a generar escudos contra la gente. Hay gente que no, pero quien sí nota los signos no verbales -bueno, a veces también verbales, pero casi nunca- que emiten las personas se da cuenta que, sorprendentemente, gran parte de las veces la reluctancia abunda cuando se trata de escuchar lo que alguien quiere decir.

De aquí en adelante expongo mi experiencia personal.

El asunto de veras que puede llegar a irritar, y quiero ser responsable, lo he dicho bastante el último tiempo. Por qué tengo yo que ser sincero con quien demuestra reticencia cuando le hablo? No tiene sentido. Finalmente, casi se trata de respeto: si nadie quiere escuchar, resulta innecesario decir cualquier cosa.

Precisamente es esa actitud la que genera un escudo, no se debe gastar energía en ser sincero con quien, de todas maneras no nos va a escuchar. El problema sale a flote cuando es demasiada la gente que no quiere escuchar nada.

A lo mejor soy un bicho raro que sólo habla estupideces, o quizás nadie quiere aprender lo que es un signo no verbal. Al final del día, es difícil tratar de enviar mensajes en esta sociedad alienada con Whatsapp, Facebook, copete y marihuana.

domingo, 11 de enero de 2015

Semiología

De Wikipedia

La semiología o semiótica (véase la relación y diferencia entre estos más abajo) es la disciplina que estudia el signo y aborda la interpretación y producción del sentido, pero no trata elsignificado (que es abordado por la semántica), ni las denominaciones, incluyendo en estas las verbales (estudiadas por la lexicología, la lexicografía y la onomástica) y las no verbales (que estudian la simbología, la iconografía y la iconología).

Esto es, analiza los fenómenos, objetos y sistemas de la significación, de los lenguajes y de los discursos y los procesos a ellos asociados (producción e interpretación). Toda producción e interpretación del sentido constituye una práctica significante, un proceso de semiosis que se vehiculiza mediante signos y se materializa en textos.

Me han escuchado muchos últimamente parlotear acerca de lo que es la semiótica, y lo importante que es. Y probablemente no he sido del todo honesto.

De manera que la semiología aborda los signos sociales. Pero, cuánto de lo que hablamos se transmite a través de ellos? Ciertamente una parte no menor. Cualquiera que haya mentido en su vida debe saber que el nerviosismo que acompaña al proceso de la mentira no viene al azar, y entonces, será cierto que el nerviosismo emite un signo hacia afuera?

No es la mentira, en todo caso, el único caso digno de analizar. Existen miles: el enojo, la desconfianza, la inseguridad, la indiferencia, entre otros.

Y quiero declarar aquí, mi posición: Estoy seguro de que cada una de las sensaciones que aquí he descrito sale al exterior de alguna forma, que es la razón de por qué pienso que el tema es tan importante en la vida de las personas. Ahí se tiene, por ejemplo, una razón para no despreciar los asuntos humanísticos en el colegio y en la vida en general, pero otro día hablaré de eso.

Ayer me vi envuelto en una situación funesta: Borracho un amigo se puso a discutir conmigo sin siquiera escuchar lo que yo intentaba decir, llegó una mujer y el asunto se acabó porque su atención se volvió hacia ella. El tiempo pasó y salió a flote una anécdota que sembró la discordia. Mi amigo se pone triste y decide borrarse. Una decisión curiosa -por decir lo menos-, porque cuando me encontré con él venía contento por su decisión de explotar el arte que lleva dentro, ese día terminamos peleados por una situación externa.

Mi conclusión sobre la semiología es que siempre muestra mucho más que las palabras, por eso es que es tan importante. Aun sigo creyendo que inconscientemente mi amigo me dijo palabras fuertes. Inconscientemente digo, porque quizás no era lo que quería hacer. Pero con tanto en su mente quizás explotó conmigo, cosa que yo no merecía, pero la semiología es fuerte, yo había notado la situación desde antes.

Actué mal, y pedí perdón por aquello.
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La cohesión en esta entrada es terrible. Espero que me puedan perdonar.

viernes, 9 de enero de 2015

Mini Ciudades

El otro día me encontré en una situación que frecuentemente he vivido, pero nunca la había notado. Hasta ahora, al menos.

En Diagonal Paraguay con Vicuña (no, en Rancagua no, Rancagua le dicen los huevones que viven pal otro lado, y como ni yo ni mi familia vivimos para allá, entonces la calle es Diagonal Paraguay) me puse a esperar la micro para irme a la casa, cerca de las 1 de la mañana de un Martes.

Como es de esperar, la calle está casi completamente vacía salvo por uno o dos pelagatos que deambulan por esas calles. Quizás después del Motel, o después de salir de la Fuente de Soda. Vaya uno a saber.

De cualquier manera, la calle está vacía y resulta que tengo que esperarla alrededor de 20 minutos en una calle vacía. Casi parece que la ciudad está durmiendo, cosa que casi es realmente así. No estamos precisamente en Nueva York aquí en Santiago. De todas maneras, alguien hay que en ese momento vive en los sectores cruzando el río, pero hacia este otro lado, definitivamente eramos pocos.

Y me encuentro pensando esto mismo que escribo cuando aparece la 210. Se ha fijado alguien cómo las micros de hoy en día parece que llenan de vida -quizás por unos cuantos segundos- el lugar por donde pasan? Puede ser un efecto luminoso, o encandilante, pero el asunto es que cuando es tarde, y se ve pasar la micro es como si la ciudad se pusiera en marcha. Como si todo aquello que en ese momento se encuentra detenido (sí, los autos están detenidos, porque sus conductores no suelen producir un efecto movilizante en una ciudad) de pronto asumiera su rumbo natural y la ciudad se mueve. Este efecto dura más de lo que parece, porque se extiende desde que se ve que la micro viene hasta que ya no se ve de lo lejos que va. A veces doblan en una esquina, a veces el camino se tuerce, a veces simplemente se pierde en el horizonte.

Este fenómeno es particularmente interesante cuando uno es partícipe de él, pues resulta que al subirse todo se pone en movimiento tanto literal como figuradamente, y el suceso de ver que la ciudad está en movimiento en ese preciso momento es más duradero. Se van las penas, se va el enojo y el letargo al saber que ya te has puesto en marcha a tu destino, casi se siente uno feliz porque es parte del movimiento, eres parte de aquellos que en ese momento no duermen, de los que hacen, precisamente, que esta ciudad sea una Ciudad.

La micro venía un poco llena, naturalmente. La frecuencia del servicio a esa hora es terrible, lo que trae como consecuencia que la gente se amontone en los paraderos esperándola. El tipo de gente que viaja es muy variado. Hay quien se dirije a su casa inmediatamente después de salir del trabajo, hay quien, como yo, que viene del otro lado del Mapocho, hay quien viene de la casa de su pareja y hay quien viaja errante por Santiago a esa hora al acecho de los descuidados. La diversidad los que nos encontramos arma en ese lugar una Mini Ciudad, en la que unos conversan, otros guardan silencio y otros duermen.

No alcancé a seguir pensando mi historia porque me tuve que bajar en Matta. El viaje fue más o menos corto.

Después me doy cuenta que el efecto psicológico que se produce después de bajarse es un poco fuerte. Sigue uno con el pensamiento de que es parte del movimiento, parte de la misma Ciudad, pero la micro ya se aleja con su letrero trasero muchas veces apagado -no fue el caso-, situación que suele atenuar un poco el hecho de que uno ya no forma parte de la Ciudad. Con la micro cerca de Victoria la pierdo de vista porque me toca caminar por Grecia (no Matta, porque hacia el oriente se llama Grecia, y el paradero está justamente en Grecia) para tomar el próximo bus. Ya no soy parte de Santiago, porque no estoy haciendo nada, por 10 minutos, al menos.

Me encontraba no siendo nadie cuando cambió esa situación, extrañamente diviso la 506v a la vuelta (digo extrañamente porque, en verdad, ese recorrido no se supone que pasa por ahí a esa hora, pero da lo mismo).

Y estuve por cerca de 10 minutos, quizás menos, en la Mini Ciudad 506v, hasta que llegué a mi casa y no contribuí a hacer que esta ciudad fuera Santiago. Porque, naturalmente, tenía que dormir.

Me gusta viajar en Santiago, porque las micros son Mini Ciudades. Quién no ha sentido alegría cuando sólo se ven autos en la calle y sin uno preverlo se ve una micro pasar en sentido contrario?, especialmente cuando va llena?

jueves, 8 de enero de 2015

Recuérdalo, pequeña

Pequeña de mí.

Recuerda lo que te escribo
ellos viven por allá lejos
tú eres parte de ellos ahora
pero recuerda siempre
que ellos caminan por esos lugares
como si nada pasara a su alrededor,
sus calles son anchas
y tienen muchos árboles,
lugares donde entretenerse.

Nosotros, en cambio,
vivimos un poco más cerca,
quizás no tanto
pero sabemos y conocemos
lo que por aquí cerca se vive.

No lo olvides nunca,
que hay gente que lo pasa mal
que en este país todos se hacen los huevones
sobre tan importantes asuntos
y a nadie le importa
el malestar del prójimo.
Y recuerda, pequeña,
que yo también soy parte de esos estúpidos
porque todavía no puedo decidirme
sobre asuntos tan tristes, pero a la vez
tan importantes.

Hay en este país,
quien decide vivir más lejos que cerca,
y no tiene idea por qué lo hace
su decisión es vacía
pues jamás se ha dado el tiempo
de conocer por aquí cerca.
Cuando yo decida dónde,
y si decides visitarme
te prometo yo,
que te mostraré aquí cerca
y allá lejos.
Para que nunca seas ciega en tu vida,
porque te quiero,
y porque eres mi esperanza.

Abre los ojos, Emilia.

domingo, 4 de enero de 2015

Viaje a La Pintana

Honestamente siempre he encontrado más o menos aburrido Santiago dentro de los límites de Vespucio, de manera que cada vez que voy donde un tío mío el viaje se vuelve interesante. Porque vive en La Pintana.

Así que cargué mi pase y me subí a la 302 (que va por Ochagavía, es decir Manuel Rodríguez, Viel y después E. Frei Montalva). Bastante llena para ser las 17h de un sábado. El viaje hasta Departamental fue abismantemente aburrido: niñitas, comerciantes y parejas paseando o vendiendo en el Parque O'Higgins rumbo a su casa o qué se yo.

Cuando los viajes se hacen rutinarios la sorpresa y la emoción mueren, o se desplazan para dar paso al aburrimiento, irritación y a veces sueño. Como no suelo frecuentar La Cisterna ni Lo Espejo el viaje se tornó interesante después de Departamental. Pasamos por poblaciones de las que nadie habla, pero algunas están en los letreros de las micros: Santa Olga y Clara Estrella entre otras que no pertenecen a lo que se conoce como un buen barrio (según los que viven en providencia o por ahí, de todos modos).

La verdad es que me pareció que la gente se llena la boca hablando de aquí y allá en Santiago sin conocer siquiera los lugares de los que hablan, sobre todo de los lugares de los que estoy hablando. Yo no ví más que comerciantes y gente hablando en los parques y plazas del sector -porque sí, ellos también tienen plazas y lugares de esparcimiento-.

Como sea, continuamos y llegamos a Vespucio (que no sé cuál es el paradero...) y mis recuerdos de ese momento son un poco vagos. Al dar la vuelta al trébol se suben unos flaites y noto que una de las niñitas me está mirando y sus amigas no.

Siempre me han llamado la atención los grupos de mujeres, porque conversan entre ellas y se ríen, y miran a alguien y conversan de la persona, y todas lo miran disimuladamente -que en verdad nunca es disimulado- y se ríen aún mas, casi gritando y haciendo pública la burla. Pero este no era el caso, me miraba como si sintiera intriga, cosa que un poco me cautiva, porque no me suele pasar este tipo de cosas, más bien me sucede que los grupos se burlan de mí.

Antes de llegar al 25 de la Gran Avenida concluyo que puede que sea un pesimista y que me gusta que me miren de esa forma. Me acuerdo del romance en Tercero Medio que partió casi por un asunto parecido al de la intriga.

Pasado el 25, que tampoco me parece lo más entretenido del mundo porque es el límite de Vespucio vuelvo a prestarle atención al viaje, porque entro en una zona desconocida de San Ramón. Me acuerdo que esta micro no tenía el mismo recorrido antes, pero da lo mismo. Avanzando por La Bandera se baja casi la totalidad de la micro, incluídas la niñita que me miraba con intriga y.sus amigas. Me acuerdo del Matthies, que vive por ahí en Violeta Parra y noto que las calles son bastante anchas, más incluso que en la periferia de la comuna de Santiago. Deduzco que el barrio, aunque lejano, es bien antiguo.

Al llegar a Observatorio me acuerdo de algunos personeros de Antumapu que conocí el 2011 y 2012, al parecer pocos de ellos conocen el campus en su totalidad (Observatorio es su límite Norte).

La micro siguió por San Francisco y al llegar a Lo Martínez se baja la penúltima persona y me pongo a pensar que puta que vive lejos mi tío. En Bernardino Parada corría el agua por la cuneta, quizás por un grifo o algo así. Como estaba por llegar no había mucho más en mi mente, así que me bajo en el paradero más cercano a la casa de mi tío.

Al llegar a su casa venían justo llegando mi tío con mis viejos, que andaban por el 31 de Vicuña. Mientras como mi almuerzo (bien tarde, porque había trabajado hasta tarde el día anterior) suena Mujeres de Silvio en la radio.

Me acordé de tantas Mujeres de Nieve y de Fuego que he conocido, y pensé en por qué las mujeres no cantan sobre los hombres. Es que acaso los hombres no las hacemos estremecerse? o pensar en amor? o en lo fuertes, débiles, valientes o cobardes que somos? o que algunos somos de nieve y otros de fuego?

No llegué a ninguna conclusión, así que me declaré -y declaro- confundido respecto del tema.

Me di cuenta, finalmente, de que en La Pintana falta empatía entre los vecinos, pero fuera de eso no parece un lugar tan terrible y, es más, no me daría miedo vivir en un lugar así. Me daría miedo vivir en un mundo lleno de apariencias, ternos y corbatas a diario.

Me gusta viajar en Santiago, porque los lugares que no conozco aún no se terminan.