martes, 20 de enero de 2015

Alameda en verano

Hace frío inusualmente y todos caminan rápido. Es la hora de llegar al trabajo y vamos todos más o menos atrasados. Se ven viejas vendiendo pan, jugos de fruta, algunos venden smoothies (no sé cómo se dice en español), otros venden artículos de la época y cuántas otras cosas más.

La Alameda cambia de cara varias veces cada día, no es lo mismo con a las doce del día que a las 12 de la noche. El lugar también influye, pero ahora quiero hablar del sector de Moneda.

A medida que el tiempo avanza cambia la gente que transita por ahí, pero se distinguen bien algunos grupos: Turistas que se sacan fotos frente a La Moneda, Funcionarios que bien peinados transitan hacia ministerios para cumplir sus objetivos, Gente que no sé qué tiene que hacer en el centro a esa hora. Me dan envidia, la verdad, porque yo quisiera transitar errante por la Alameda sin tener nada que hacer, al menos ahora, que mi estilo de vida ha cambiado. Pero no puedo.

Ya llega la hora de almuerzo y sigue pasando lo mismo, quizás con más turistas, o qué se yo. Igual salgo después de la hora que la gente normalmente almuerza así que comento con esa vista. Se ve más gente fumando y andan todos menos apurados que en la mañana, el ambiente se vuelve más calmo y es un poquito más fácil transitar, pero sólo un poco, porque de todas maneras hay más flujo de gente que en la mañana (principalmente debido a la gente que camina errante por el lugar). Hacia el sector de Ahumada la cantidad de gente es Abismante, así que no suelo pasar de Nueva York hacia el oriente, con bastante parsimonia almuerzo lo que sea que me depara el día.

La vuelta hacia moneda es siempre más tranquila que la ida. Parece que es cierto que alimentarse te calma, quizás porque uno queda menos nervioso o quizás porque la comida en la guata hace que no se pueda caminar más rápido. En fin, como es más lento el trayecto me dedico a observar más a las personas. Ellas suelen caminar despreocupadas que ellos, las más jóvenes siempre están riendo... yo me imagino que es porque hablan con hombres cuando van mirando el celular, o van con hombres, literalmente, la verdad es que pareciera que siempre van más acompañadas que ellos, ya sea virtual o realmente. De todas maneras, algunas son más observadoras y me cruzo algunas miradas con ellas, supongo que es a lo mejor que puedo aspirar en ese momento. Las viejas suelen ir apuradas y preocupadas de puras weás, lo digo así porque realmente así es, hablan por celular de que hay que comprar shampoo, o que hay que ir a la peluquería, o lo que sea que realmente no importe. Por qué parecen tan infelices?

Ellos, en cambio, me parece que van más solos que acompañados, y si van acompañados es por otros de su clase, suelen mirar más a su alrededor pues todos finalmente buscamos compañía. Parece que los hombres miran más a las mujeres que las mujeres a los hombres, no sé si es por cómo la sociedad lo definió o por instinto. Alguien me dice que es por la sociedad, lo leí por ahí. De todas maneras, los jóvenes siempre parecen más apurados que los viejos, porque en verdad todos andamos atrasados siempre, y me imagino que más que las mujeres, pero no sé por qué. Los viejos, en cambio, andan más calmados y no se puede saber qué les preocupa, porque no suelen hablar mucho por teléfono en la calle. Sólo miran.

Será que los hombres son más felices cuando son viejos y las mujeres cuando son jóvenes?

No sé, no creo, y es más, creo que me equivoco profundamente, y lo anterior es una percepción errada, pero creo que hace falta un cambio de paradigma. Un cambio grande, de todas maneras.

Hacia la tarde hay mucha más gente, menos turistas (no entiendo por qué) y más gente con ropa casual, pero igual van todos apurados, se ve gente parada en la vereda fumando. Siento que hay una conexión lejana, muy lejana entre nosotros, pero existente de todas maneras. Es como si los que fumamos formaramos una secta entre todos los que van en la calle. Como si fueramos una ciudad distinta. Pero no, no lo somos.

En la tarde ya no hay tanta gente, todos caminan mucho más lento, voy hacia la casa cansado, pero tranquilo, son casi las últimas energías que me quedan del día. No suelo observar nada en este momento. Nunca entendí por qué quedo tan cansado al final del día.

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