lunes, 23 de julio de 2012

Al igual que en aquellos lejanos y oscuros tiempos

el estado en el que me encuentro justamente hoy -justamente hoy- es el mismo. Sí, el mismo maldito estado que me fue provocado después de ocurrir una serie de hechos ordenados de tal forma que provocaron la mayor crisis que he tenido en toda mi vida.

Lo que hoy sucede, es una de las sensaciones más grandes de soledad que he sentido en toda mi vida. Sí, en toda mi vida. Más aún, es LA más grande.

Cuanto estuve en aquellos lejanos y oscuros tiempos, la situación que me afectó es muy parecida a la situación de hoy. Un libro me dejó pensativo de qué es lo que significaba la vida en ese momento. Seguido de alguna que otra coyuntura estos hechos combinados dejaron estragos en mi situación mental. ESTRAGOS. Catástrofe.

Ahora, querido lector, le pediría un poco más de paciencia con lo que estoy tratando de hacer aquí (¡esta frase hubiese salido tan sublime en inglés!). No, este no es el típico muro de texto explicando lo mala que es mi vida y sacando a flote el mismo tema que me atormenta desde sexto básico. Lo que sucede hoy es una catástrofe cataclísmica, de la misma calaña de la que tuve hace tantos años. El único problema que encuentra la historia que quiero contar hoy es que este maldito tema -las mujeres- está involucrado.

Como vuestra persona ya se habrá dado cuenta, mi vida no pasa por un buen momento. No. Basta simplemente leer las últimas dos cosas que escribí antes de éste capítulo para darse cuenta.

El punto es que tratando de salir de este forado, y además tratando de salir de la puta rutina que TANTO ODIO, resolví por terminar de leer Demian (libro que quise leer en estos tiempos lejanos y oscuros).

A mí al menos (y me imagino que también a mucha otra gente que lo leyó) este libro resulta, por decir lo menos, reflexivo. El pensamiento cambia después de leer 60 páginas y se empieza a preguntar otro tipo de cosas. Todo parece superficial, superfluo, etéreo, efímero.

El encontrar un cierto tipo de libro bueno o malo tiene que ver con cuán capaz es éste de describir una situación ideal o de la vida real de una persona. En mi caso, lo segundo calza perfecto con el libro si metaforizamos algunas de las situaciones.

Hasta aquí, tenemos que mi cansado estado mental se transforma en un estado mental no sólo cansado, sino que además reflexivo.

Hoy llegué y estuve con los viejos amigos, con esos que no son amigos pero están ahí siempre. No aparecen porque haya contactos de algún tipo entre nosotros, sino porque la voluntad de otros seres (no externos) de juntarse implica la junta de nosotros. La verdad es que somos todos muy diferentes, mas no implica eso que nuestras juntas no sean gratas, y de hecho, son mucho más agradables que lo que uno mismo podría llegar a pensar.

El motivo de esta junta era el cumpleaños de uno de nosotros y, como era de esperarse, ya estamos todos bien grandecitos, al punto que ya soy el viejo, por LEJOS, aunque en ese grupo haya otros mayores que yo, estoy seguro, segurísimo -y no es que me guste-, que soy el más viejo. Simplemente mi aspecto me caga.

Hace menos de 4 meses esa mesa no era la misma, no. Hoy día se encontraban todos los que alguna vez estuvieron solos con sus parejas. Y sentí la envidia disfrazada de tristeza fluir en mí. La sentí aprehenderme, porque no era sólo el hecho de que ellos estuvieran con sus amadas (honestamente, a quién chucha le importa), sino que el hecho que hacía que me doliera el corazón era que ellas eran agraciadas, bonitas, pero por sobre todo, se les veía con una tranquilidad pasmosa, de esas tranquilidades que son imposibles de ver perturbadas por nada. Esto finalmente se traducía en que se veían bonitos los unos a los otros. Parecían parejas paradisíacas, eran perfectos.

Aquél que no sepa lo que yo viví en aquella casa anteriormente con mi relación va a incurrir en la conclusión de que soy un idiota lleno de envidia que encuentra un problema donde no lo hay. No, éste no es el caso.

El hecho es que los envidio por lo que parecían. Nunca se vio lo que yo tuve en esas características en esa misma casa donde todo ocurrió hoy. No me sentí paradisíaco y menos tranquilo.

Después recordé que mi hermano dice que tiene una mina que está en el sur. Que le va a traer Kuchen de Frutillar.

Después recordé a una dama del grupo que estuvo ausente, probablemente porque no quería recordar el pasado con un hombre del grupo (o quizás por qué otra razón). Pero no pude evitar imaginándolos juntos, como tortolitos, frente a mi y mi estúpida pareja. El concepto era oximorónico, ellos eran la pareja del paraíso, mientras que nosotros eramos la pareja del infierno (en una mala manera).

Después recordé el año nuevo que mi ex me hizo pasar en esa misma casa, lleno de llantos, de dolor y de peleas. Y de vergüenza que no tengo idea de cómo superar.

Después de sentir toda la tristeza y envidia aprehenderme por completo, no pude evitar sentirme feliz por ellos, de ser no sólo afortunados, sino que de haber cosechado los frutos que el esfuerzo les brindó.

Sí, hoy día soy quizás la persona más sola que existe en el mundo en términos del sexo opuesto. Tanto así que no tengo a qué apostar porque básicamente no conozco a ninguna mujer. No veo a ninguna frecuentemente. Ni siquiera veo a mis personas más cercanas frecuentemente. No puedo evitar sentirme el ser más frustrado y desgraciado del mundo en este momento. No puedo.

No sé que va a ser de mi... después de haberme suscrito a Netflix y haber encontrado que el repertorio de películas es pésimo no pude evitar ver esas típicas chantas películas de amor que describen mi situación ideal. Esas que describen una de las tantas situaciones que te gustaría que pasaran por tu vida. Pero cuando te das cuenta que tienes veintidós putos años, que has desperdiciado probablemente desde tus 18 a tus 20 y tus 22. Te das cuenta de que no sólo ésas películas no describen situaciones posibles en tu vida real, sino que es muy difícil llegar ahí en el futuro próximo.

Qué va a ser de mí, ahora. Tendré que vivir sumido otro año en la miseria, tal como en esos tiempos oscuros y lejanos, pero a la vez TAN familiares?

domingo, 1 de julio de 2012

Cuando este capítulo empezó

nos encontrábamos en un universo distinto, en un lugar donde la tranquilidad reinaba y el estrés no existía. Donde la vida -la vida!- no era un problema, donde todos vivíamos la vida en condiciones iguales. Donde la vida era un paseo, porque no sólo habían más cosas por hacer, sino porque además de alcanzarnos el tiempo para hacerlas, de hecho hacíamos otras cosas aparte de LA VIDA.

La vida era tan color de rosa, que no nos importó lo que sucedía en nuestro alrededor. No, porque sólo supimos 3 años después que otras cosas habían sucedido. ¡Y qué vergüenza sentimos cuando nos enteramos!

En estos días, sin embargo, la historia es distinta. Nos encontramos en un mundo esencialmente opuesto al que habitábamos esos días. Reina el estrés y la intranquilidad, quizás lo más importante de todo -y quizás la raíz de la existencia de este extraño mundo- es que la motivación dejó de existir. Ya no somos nosotros sino que solamente soy yo.

La última afirmación parece ser obvia pero no lo es. Permítanme al menos afirmar que es, por lo pronto, contra intuitiva. Cómo probablemente los pocos que lean esto, y los que me conocen saben, mi relación terminó, dejándome solo. Mi afirmación no se refiere a esto, y es que dejé de ser un sujeto social en la vida. Básicamente tengo pocos partners. Sí, esos que te apañan y están contigo toda la vida. No, esos en mi vida no existen y es poco probable que existan. Lo más probable es que por mi culpa más que por la suya, porque me he dedicado a convertirme en un ermitaño desde que el mundo rosa se acabó. Porque no me he cansado de cometer errores desde que el mundo rosa se acabó. No señor, no me he cansado. Hasta ahora.

Cuando este capítulo empezó, el mundo era parecido a cuando estaba en la beforelife (no en el afterlife). Era parecido a esos días en los que me decían que tenía la mentalidad de una persona 4 años mayor a mí. Era parecido a esos días en los que la escuela era básicamente una pérdida de tiempo porque todo lo que deseábamos hacer era c0dear todo el día... Sí, tú algunas veces lo hiciste, y yo hoy lamento no haberlo hecho, porque podría haber logrado tanto.

El hecho es que esos días se esfumaron y ya c0dear no es lo mismo... o más probablemente lo que hago hoy no es c0dear, sino que codear, y simplemente la última es esclavitud frente a la primera, que es libertad.

Esos días que se esfumaron, hoy los clasificaría dentro del grupo de días que mejor lo he pasado en mi vida. Es cierto que existieron las penas de amor y que la frustración estaba presente. Pero había tantas otras cosas  que hacer o pensar que no existían esenciales en la vida. No existía frustración ni pena de tiempo completo, porque las otras actividades que hacía en ese tiempo me generaban tranquilidad conmigo mismo. La depresión no era tema. El tema era cómo resolver los problemas. Problemas que no eran del mundo real, sino del mundo virtual, ¡y qué problemas!

Hoy día el quehacer es claro, debo volver a esos días. Debo reaprenderme y reinventarme, sé que puedo hacerlo y que puedo lograrlo, porque la vida no es sólo la vida. Debo llegar al mismo nivel en el que estuve a los 13 y 17 años. Si lo logré antes, estoy seguro que podré hacerlo a los 22 ó 23. Debo volver al tiempo en donde existía algo en lo que derramar todo el talento que tengo para algunas cosas. Quizá no existan los partners nunca más, porque soy idiota. Pero siempre me tendré a mí mismo.

You're on your own, bro.

Para el que no se dio cuenta en un principio, la vida era la Universidad y la vida estudiantil. Saludos a Sindy Marín, que me enseñó que la literatura superficial era sólo eso, superficial. Cosa que sólo llegué a entender tras 4 años de estudiar en la Vida...