martes, 7 de junio de 2016

Reventar

Yo tengo una opinión muy fuerte sobre los moluscos.

Me encuentro, simplemente porque coincidimos de lugar, con usted, que aborrece los moluscos y, en cambio, prefiere los crustáceos.

La conversación gira en este momento en torno a las aves y su vuelo. Pero dentro de algunas horas el tema rotará hacia el mar y comenzaremos a hablar de crustáceos. Como usted aborrece los moluscos éstos saltarán a colación y -naturalmente- yo me veré forzado a expresar mi opinión. Mas usted, que siente una terrible animadversión por el objeto de mi deleite tratará de convencerme de lo contrario.

A este punto el grupo de discusión ya se ha reducido de 10 a 4 personas, dos de las cuales somos yo y usted.

La discusión comienza a elevar su tono y tanto yo como usted trataremos (ni siquiera de imponer) de manifestar nuestra opinión.

Hasta que la discusión revienta con usted desempeñando un sólido monólogo, en cuya mitad ninguno de nosotros ya escucha.

Cuando me tengo que ir me pregunto: Vale la pena?

domingo, 5 de junio de 2016

La última chispa

Corría el 2012 y yo venía saliendo de un momento particularmente complicado de la existencia. Las cosas iban bien, tenía la capacidad de mantener todo en orden. No parecía que hubiese nada que me pudiera vencer por esos días.

Llegó el invierno y ya no todo era tan colorido, pero mis ganas de vivir y de ir adelante no se habían esfumado. Ahí estaba yo, empezando a fumar producto de la inseguridad que tú me dabas, porque no sabía que hacer en las situaciones que tú me ponías.

Perdóname, y perdónenme aquellas que por ser buenas con la gente le caen pretendientes. Yo no pude evitar caer en ese juego que para ustedes puede sonar estúpido. No hay nada que se pueda hacer contra eso, yo no buscaba a nadie, pero tú apareciste y simplemente quisiste entablar una amistad. Congeniamos, hablamos mucho y mutuamente conocimos nuestros interiores. Perdón por soñar contigo.

Y después vino el desengaño, en gran parte orquestrado por mí mismo. Dejando entrever que soy un pelotudo inseguro tú quisiste alejarte de mí y ya no verme más. Años más tarde comprendí que eso es lo normal, y la cosa era que yo estaba equivocado.

Y tú.

Tú te quedaste conmigo, con lo mejor de mí, y no me dejaste nada, y de nada nunca hay restos. Yo soñaba con estar contigo, y nunca pude conocerte. Te llevaste mis ganas de vivir, mis ganas de pecar, mis ganas de soñar, mis ganas de sentir.

Después de eso me marchité, igual que las flores. Pero supongo que no como cualquiera que simplemente vuelve a renacer la próxima primavera, sino que como alguna que le toma años volver a florecer. Espero que mi interior reverdezca.

Y ojalá que sepas, que no te guardo ningún rencor.