martes, 7 de junio de 2016

Reventar

Yo tengo una opinión muy fuerte sobre los moluscos.

Me encuentro, simplemente porque coincidimos de lugar, con usted, que aborrece los moluscos y, en cambio, prefiere los crustáceos.

La conversación gira en este momento en torno a las aves y su vuelo. Pero dentro de algunas horas el tema rotará hacia el mar y comenzaremos a hablar de crustáceos. Como usted aborrece los moluscos éstos saltarán a colación y -naturalmente- yo me veré forzado a expresar mi opinión. Mas usted, que siente una terrible animadversión por el objeto de mi deleite tratará de convencerme de lo contrario.

A este punto el grupo de discusión ya se ha reducido de 10 a 4 personas, dos de las cuales somos yo y usted.

La discusión comienza a elevar su tono y tanto yo como usted trataremos (ni siquiera de imponer) de manifestar nuestra opinión.

Hasta que la discusión revienta con usted desempeñando un sólido monólogo, en cuya mitad ninguno de nosotros ya escucha.

Cuando me tengo que ir me pregunto: Vale la pena?

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