lunes, 19 de enero de 2015

Sinceridad

Hoy quiero escribir una pseudo epístola y ser sincero, porque cuando hablo (es decir, no cuando escribo) usualmente no lo soy.

Estoy algo atrapado porque siento que cuando escribo no puedo expresarme correctamente, los símbolos que transmito al escribir no alcanzan a ser ni siquiera un infinitésimo de lo que quisiera transmitir al hablar. Esta es la razón de por qué no me gusta la alienación en dispositivos móviles cuando me junto con la gente, es mucho más fácil escribir que hablar, porque las palabras son secas y casi vacías al compararlas con una persona hablando y expresando lo mismo. Hablar es riesgoso, se transmite el miedo, la cobardía, la pena, la hostilidad, pero también se transmite la valentía, la tranquilidad, el cariño y la preocupación, entre otras cosas.

Todo esto me contradice un poco, porque suelo ser un amante de las cartas. Tú más que nadie lo sabe, pues eres la persona que recibió arrasante mayoría de todas las cartas que he escrito en mi vida. Y quiero contarte a tí que no existe ninguna contradicción, porque la carta es el medio por excelencia para expresar sinceridad. Su formalidad exige buena redacción, caligrafía, sinceridad y ciertamente ortografía, valga la redundancia, de manera que su solemnidad obliga a quien la escribe a decir la verdad con todas sus letras y sin pelos en la lengua. Tomando en cuenta el hecho de que las palabras escritas pesan mucho menos que las palabras habladas y juntándolo con lo que he expresado anteriormente, una carta debe ser una obra maestra por parte del que la escribe, porque para expresar todo lo que queremos decir hablando se necesita una infinidad de palabras más que las que se usan para decir lo mismo cuando se habla.

Entonces, sí. Estoy atrapado, porque las conversaciones cotidianas que quisiera tener contigo no las puedo tener seriamente, a veces parece que lo que quiero decir siendo sincero suena hostil, cuando no lo es. A veces parece que mi curiosidad suena a algo inapropiado (pero falso, de todas maneras). Me suelen preguntar si estoy enojado o incómodo hablando por esos medios, y en parte sí, me siento algo incómodo porque no puedo transmitir todo lo que quisiera sin tener que escribir un texto tan largo como éste. Quién lo lea podría extraer el tema central y resumir esto en quizás un sólo párrafo, pero sería imposible que se pudiera transmitir la honestidad que quiero reflejar, o la tranquilidad con la que desearía expresarme si hablara de este tema.

De todas maneras, casi pienso en tí todos los días, porque aun no resuelvo qué es lo que quiero hacer. Tienes razón en que la incertidumbre y ansiedad pueden llegar a matarnos, pero es la única forma de salir del entuerto sin quedar con cicatrices gigantes.

Últimamente he visto a mucha gente llorar y demostrar vulnerabilidad involuntariamente, y me ha dado pena. Yo quisiera ayudarlos a todos, y hacerles entender que la mejor manera de andar por el mundo es sin cicatrices, o pequeñas y cerradas, si es que existen. Pero desafortunadamente también me encuentro en esa situación contigo.

La diferencia es que ahora, he asumido el problema nuestro, y tengo la voluntad de arreglarlo, así que supongo que la cicatriz está cerrando.

El otro día me ví envuelto en un casi choque en La Pintana y algunas horas más tarde volví a aspirar lacrimógeno después de un par de años. Me acordé de tí, y de una frase que mis no amigos decidieron, desafortunadamente, inmortalizar. La frase fue descontextualizada, pero aún así caí ante la presión de decirlo. Quizás soy un estúpido, aunque no creo.

En fin, alguna otra ocasión habrá para contarte otras cosas.

Siempre me gustó la despedida de cartas en inglés "Sincerely Yours", pero esta carta no está escrita en inglés, así que no puedo usarla. Aunque, como sé que lo entiendes, dejaré que este chiquito párrafo sea mi despedida.

Me gustan las cartas, ahora todo el mundo lo puede saber, quizás algún día recibiré una tuya? Me pregunto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario