martes, 9 de octubre de 2012

Una pequeña historia de π(x)

Su mujer lo dejó. Con una hija. Ella tiene 20 años. No es tan inteligente. Es silenciosa. Es feliz. No habla con su padre, pues le da vergüenza. Ella no sufre de los males que él sufrió a la edad de ella. Él no sabe cómo hablar de estas cosas. Sigue siendo tan infeliz como hace 25 años. Por supuesto, sí hubo felicidad en su vida. Aunque sigue preguntándose lo mismo que conversó tanto con su amigo de la Universidad. Ella es humanista. No le gusta mucho lo que estudia. Trabaja. No tiene tiempo, por lo que pasa poco tiempo en su casa. Él vive donde vive porque quiere castigarse. Aún está frustrado. Ella trabaja porque necesita el trabajo más que el dinero. En eso se parecen, y mucho.

Se dirige a una tienda y compra unos Lucky Strike corriente, agradece al hombre que lo atiende y sigue caminando hasta llegar a la costanera del Mapocho, enciende un cigarro después de poner Figure 8 y cruza el río hasta su casa. Cuando va terminando de fumar, ya caminando hacia el cerro, ve a su amor de toda la vida caminando con su hija (sí, hija de ambos) tomadas del brazo ambas. Siente el deseo de ir a saludarlas, pero no lo hace.

Porque así es él, porque así ha sido siempre y así seguirá siendo hasta que muera.

Ellas dos siguen caminando -y evidentemente conversando- por el lado norte de la costanera hacia el oriente. Él decide seguir hacia el cerro, pero ni cagando hasta su casa, porque se siente frustrado, como siempre...

Enciende otro Lucky Strike y recuerda cuando tenía veintidós años y empezó a fumar.

La razón por la que fuma ahora que tiene cuarentaytantos no ha cambiado. Para nada.

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