Hoy me niego y por siempre me negaré a derribar todo cuando he construido y aprehendido con amistad y escucha sólo porque alguien cuenta una historia fea.
Preferiré por siempre (y prefiero hoy) confiar en aquél que ha sido mi amigo y aquél que me ha enseñado tanto sobre la vida, y prefiero que me digan que peco de ingenuo que desconfiar de mis amigos. Porque ellos son lo único que tengo, y porque si ellos me mienten, en primer lugar es por equivocación mía, por haber entablado amistad con ellos.
Así y todo, jamás desconfiaré de mis amigos. Es precisamente por eso que ellos son mis amigos.
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