martes, 14 de abril de 2015

Dos huevones, y algo más

Sucede frecuentemente que en el camino de la vida uno se ve persiguiendo el amor, como invitándolo a ser parte de nuestra vida, nos sentimos bien, hacemos lo que tenemos que hacer, pero se siente un pequeño vacío. No tanto como para sumirnos en la tristeza, pero sí para sembrar algo de incertidumbre y de ganas, por qué no.

Amigos y conocidos con este "síndrome" tengo muchos. Es interesante, porque lo expresan de distinta manera: ponen frases cursis en sus muros, algunos de foto de portada, otros en su perfil ponen fotos de situaciones románticas de algunos animé, y otros simplemente van más allá y tienen sus perfiles llenos de selfies, como si uno no se diera cuenta de su casi desesperación por hacer que algo pase.

Lo más notable es que una de ellas es bastante "exitosa" y le va muy bien. Pero cómo afecta este maldito síndrome, que me da la sensación de que está desesperada..

Por otro lado conozco a dos con el síndrome que en términos de -al menos- Facebook son el uno para el otro. Usan los mismos recursos, y probablemente padecen el mismo tipo de tristeza y soledad. Pero aquí lo dejo escrito: nunca va a suceder, ambos lo buscan con tanta avidez que se terminan cegando. Termina casi como lo describía Silvio en su Fábula de los Tres Hermanos. De tanto querer ver quedan ciegos, y esto no es todo, porque esta avidez no es sinónimo de audacia, es más bien lo contrario.

Finalmente encontrarán un defecto que no conocen y se rechazarán probablemente porque no son capaces de intentar algo con una persona que no es físicamente un 7.

Y pocos lo son, la verdad.

En fin, yo espero al menos llegar a esta etapa pronto, cuando sea capaz de compartir algo mío por Facebook, pero por ahora no me gusta hablar de mí. A menos, claro, que me pregunten.

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