viernes, 10 de julio de 2015

Una semana significativa

Hablo de este semestre culeado que te dan para estudiar para el grado.

Recuerdo esta semana no sé si con especial cariño u odio, pero más que por esas dos cosas, por lo significativa que fue para mí. Ya íbamos por el final de Junio, el Ramón se había ido. La Domi tenía un turno de mierda en el Hospital. De 4 a 2 (de la mañana) o algo así. Mi horario de sueño estaba -naturalmente- desfasado, así que la iba a dejar al hospital a regañadientes y con una pinta que no quiero ni recordar.

Por supuesto, en este semestre se estudia más que nunca, pero no puedo sostener que el estudio es constante y con frecuencia fija sin empezar a sonar cínico. Todos lo que han pasado por algún proceso parecido lo saben, sobre todo mis colegas de la Chile, que además del grado tienen que hacer su tesis.

En fin, íbamos en la última semana de Junio y había estudiado poco. Me pasaba el día entre ver películas, comer sandwiches, escuchar música "espacial" o algo así. Con la Domi estábamos en el punto en el que las cosas empiezan a empeorar y vienen las pintadas de monos, ese tipo de hueás. El Domingo anterior a esa semana había retomado el estudio. Partí con Procesal, porque lo pasé, pero apenas, y no me acordaba de niuna huevá.

En fin, el partir siempre es la parte más difícil, y cuando estás en medio de la cuestión si tienes tiempo se vuelve re fácil, e intenso al mismo tiempo, de manera que también te sientes super cansado. Y al final lo único que te salva es una chelita.

Siguió la semana, yo estaba en la trancisión de Procesal y Penal, haciendo un poco el juego entre las dos cosas, para avanzar más rápido. Arreglé mi desfase horario, dejé de comer como las huevas y partía todos los días a la biblioteca a estudiar bien temprano, de manera que no pude ir ningún día a dejar (ni a buscar) a la Domi.

Menos mal que no tenía problemas en andar sola por la calle.

Así y todo, las cosas siguieron empeorando, porque pasamos de la fase de "no haces niuna hueá, flojo culiao" a "ya no tienes tiempo para mí porque pasas puro estudiando". Por supuesto, todos sabemos que esta hueá deviene ineluctablemente en "te farreaste todo el semestre (año) y ahora andas todo apurado haciendo lo que no hiciste antes".

Así que ese jueves me puse a pensar en qué era yo en la media, o cuando entré a la U. Pensé en mis sueños, en mis ambiciones y me di cuenta que no quería este tipo de vida. Yo a esta altura iba a ser un tipo más bien metódico, sin problemas con la Universidad y con tiempo para todo. Nunca me imaginé siendo brujeado de la manera en la que estaba en ese tiempo, nunca me imaginé que iba a estar hasta el cogote de asustado con un examen que mataba y mató a muchos a su paso.

El viernes anduve bien esquivo, porque quería pensar en las cosas, y el estudio me servía de distracción. No sé si en alguna época de mi vida habré estado tan concentrado como en ese momento, no me costaba enfocarme, no había absolutamente nada que me pudiera perturbar mientras pensaba o estudiaba. Era como si súbitamente todo lo pudiera entender, me sentía como el Ra, como si el examen fuera una estupidez, la prueba más fácil del mundo ante mí.

El sábado contrapuse las cosas, llamé a mis viejos para contarles mi dilema actual: lo típico, expectativas versus realidad. Me explicaron algunas cosas, pero no me hicieron caer la teja, así que me despedí y seguí pensando.

Cerca de la 1 de la mañana salí a caminar para despejar la mente del estudio y de la Domi. Veía pasar las micros en la noche con la gente "contenta", hasta que en un momento pasó una con un viejo mirándo al vacío por la ventana, y me acordé de mi viaje, de las dudas, de cómo estaba, y caché que toda esta pelea era necesaria e innecesaria a la vez. Me acordé de cómo yo miraba al vacío en el tren, me acordé de su cara de tristeza que tanto me gusta, y partí a buscarla al Jota.

Nos fuimos caminando. Desde ese momento supe que ya era abogado, y que el examen iba a ser un mero trámite. No lo fue, pero la confianza que me dió ese paseo era justo lo que necesitaba para sacarme tanto estrés de encima, y de mi polola también.

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