domingo, 19 de julio de 2015

430

Se ve el crepúsculo, el maldito ocaso. Hace más frío que la reconchetumadre y estoy metido en ese tete que es avanzar por la ciudad en una micro en hora punta de un día de semana por Barnechea.

Llegué a esta situación por tener que ir a huevear a La Dehesa a una clínica porque tenía la rodilla mala. No es difícil entender y saber que la vuelta desde ese lugar hasta un punto más o menos cercano al centro es un culo. Demasiadas combinaciones, demasiado tiempo, demasiado caminar, demasiado frío, demasiada humedad, demasiadas hojas caídas de árboles lindantes con el camino, o cualquier (mejor) excusa que estoy seguro que ustedes se las arreglarán para inventar hacen que la vuelta sea tortuosa. Así que decido ver si tengo suerte y que una 426 me lleve directo al centro de vuelta.

No tuve suerte.

Como era hora punta, había cerca de 10 micros esperando su horario de salida, y como ya había tomado la famosa 426 por llegar hasta ahí me vi en la obligación de abordar cualquier otra cosa que pasara por ahí. Mi error de cálculo además me llevaba a pagar un pasaje más.

Mala onda.

El lugar lo recuerdo bien, había pasado cerca de ahí con mi amigo Pipe un día que subimos hasta San Carlos y volvimos por Barnechea viéndonos obligados a pasar por el Pueblito de Barnechea. Este recorrido partía casi al final del pueblo. En el límite de las casas de gente normal con las casas de gente, bueno, anormal.

Abordo finalmente esta línea por primera vez para aventurarme en la batalla por llegar a mi casa. La micro cada vez se llena más, hasta que llegamos al cruce del río Mapocho cerca de Cantagallo, en el límite comunal con Las Condes, y recuerdo un momento en que pensé (probablemente sólo para mí) que la situación era sublime: Después del Río (hacia las Condes) hay una pequeña subida, con el ineluctable ocaso y la próxima venida de la noche veo una micro bajar hacia el otro lado, con sus luces interiores a medio encender y el infaltable letrero que ilumina todo "426 LA DEHESA". Iba llena, como si fuera el último bus que por ese día va a pasar por ahí, me acordé de una entrada que escribí hace ya algún tiempo sobre el fenómeno de las micros en las noches y calles vacías o poco transitadas.

Después de esa pseudo epifanía que tuve dejé de patear la perra por tener que pagar otro pasaje y decidí disfrutar del viaje por la ciudad en vez de amurrarme por $210.

Para los que no saben. La 430 va en dirección a Quilicura dando opción a la gente de esta comuna llegar rápidamente a los sectores de oriente profundo (cota 800-900) en Santiago, por lo que para hacer esto (rápidamente) se ve en la "obligación" del Túnel San Cristóbal. Y como tenía ganas de viajar, pero no tanto tiempo, decidí bajarme en el Metro Alcántara y decidir mi viaje desde ahí.

Aproveché de cargar la tarjeta bip y observar un poco la ropa de las minas (en general puras viejas) que pasaban por ahí hasta que decidí hacer el viejo eje Los Leones - Macul - Grecia - Matta.

En el eje Grecia-Matta siempre han circulado buenas minas, no sé por qué.

1 comentario:

  1. La combinación ciclista-escritor es muy buena, se refleja harto en el texto. Muy sólido hermano :D

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