sábado, 10 de noviembre de 2012

La historia de Pinocho y la señora Clarividencia

Benigno Pizarro -Beno- vivía en San Joaquín y nació con el defecto (para algunos quizás virtud) de poder mentir y hacer que la gente le creyera. Beno pasó la niñez y al poco andar de su adolescencia se dió cuenta de lo poderoso que era, lo que la vida le había dado era el sueño del pibe para muchos: ¿Se podía dejar de conseguir algo sabiendo que los demás iban a creer tus mentiras?

Aún sabiendo el poder que tenía en sus manos, Beno jamás consideró la mentira como una forma de vida, se dió cuenta que solamente tenía un poder, mas no era un mitómano empedernido. Pero así y todo a Beno jamás le fue difícil la vida, no le costó mucho llegar donde estaba. ¿A quién cresta le puede costar la vida cuando lo puedes conseguir todo con la mentira?

Pizarro lo tenía todo.

Clara Vergara -Clari-, por otro lado, era una niña modesta de San Miguel. Clara nació con una virtud (para algunos, por supuesto, un defecto). Su virtud era que podía detectar las mentiras de la gente.

Como era de esperarse, desde chiquita Clari vivió con la incomodidad. Saber cuando la gente miente no es exactamente lo más agradable de la tierra, especialmente cuando empiezas a llegar a los 18 años -incluso antes, pero a los 18 es más notorio-.

En todo caso, la inteligencia le permitió vivir una vida relativamente normal, aparentando que nada pasaba cuando le mentían.

La vida de clara había sido, en general, un mar de incomodidades.

Beno y Clara se conocieron en la Universidad, eran compañeros de curso. Al principio no eran amigos, pero a Clari siempre le impresionó la habilidad de este sujeto para hacer que los otros creyeran.

Por causas que hasta el día de hoy ambos recuerdan, pero yo no sé. Empezaron a hablar cuando iban en tercer año. Él, por supuesto, le mintió muchas veces acerca de cosas pequeñas, pero el paso del tiempo hizo que por alguna extraña razón ambos fueran acercándose entre sí.

Ya cuando llevaban cerca de un año de conocerse, Clara se fue por un semestre entero a San Francisco a estudiar de intercambio. Beno siguió con su vida, pero todo ya era distinto. A veces la cercanía deja frutos en las personas. No siempre son los frutos que las personas esperan, ni los mejores, y ciertamente no son los peores. Pero los deja al fin y al cabo.

Antes de que ella volviera de su viaje, contó su secreto a sus amigos más cercanos y se prometió a si mismo no volver a mentirle a su amiga. Pensó y pensó mientras ella estuvo fuera y se dio cuenta de que ella era lo que él quería, ella era la mujer que él quería. Ser amigos parecía más una tortura que cualquier otra cosa imaginable.

Así son los frutos que planta la cercanía. Sin que ella siquiera hubiera vuelto él ya pensaba estas cosas.

Después que ella volvió Beno cumplió su palabra y al principio todo siguió como antes. La cercanía no se perdió y quizás fue más intensa. Los frutos hicieron lo suyo en Beno.

No obstante, la vida acostumbra a todas las personas a vivir de un cierto modo y hay ciertas cosas con las que todos vivimos y son parte de la vida. Por supuesto, la mentira es una de ellas: Clara se dio cuenta de que él ya no mentía y que algo estaba pasando. Sin duda los frutos también tuvieron cierto efecto en Clara, y por cierto mientras ella estuvo fuera. Pero no mentir no es natural en nadie, y nadie lo sabía en ese momento mejor que ella.

Él, no se dio cuenta de que ella lo notó, porque jamás supo que ella detectaba las mentiras. Y nada en este mundo es más fuerte que la realidad.

El tiempo hizo lo suyo y ahora ellos dos sólo se recuerdan entre sí de vez en cuando.

2 comentarios:

  1. muy bueno, me gustó desde como la escribiste hasta la metáfora xD. Una vez escribí algo parecido que se llamaba soledad y solitario...pero en fin.

    crepo si que hay un punto importante que no concuerda con mi visión de la vida: la realidad.

    Existe, es cierto, y muchas veces es cruda, amarga y ácida.

    Pero una vez, creo que leyendo a Coelho o un libro esotérico decía que la realidad es como el ajedrez.

    O decide ser peón, o decides convertirte en el jugador.

    La realidad existe, pero no hay que permitir que nos domine.



    Saludos!!

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  2. aparte que se volverse absolutamente igual a todos los demás, convertirse en una masa amorfa que siempre "sueña" sin querer cumplir los sueños...


    en fin...

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