sábado, 8 de septiembre de 2012

Y aquí estamos de nuevo

tú y yo en compañía de la implacable noche de siempre. De esas noches que nos hacen pensar, de esas que nos hacen volver a querernos, de esas noches que te hacen rejuvenecer y te vuelven atractiva, de esas noches en las que nos damos cuenta que hemos perdido nuestra esencia, porque otros personeros han decidido bajar la cabeza en la lucha.

Perdido nuestra esencia digo, porque en las semanas pasadas tú te diste cuenta de quién soy yo y qué me interesa. Te diste cuenta de que soy capaz de abandonarte por cuanto tiempo sea necesario para luchar por lo que me parece justo, te diste cuenta de qué es lo que hace mi corazón latir, te diste cuenta de qué es lo que me hacía levantarme, fuiste testigo de cómo luché incansablemente en contra de mi alergia para ir donde sentía que podía ser un aporte en la causa.

Y soy volvemos a ser tú y yo aquí. Ya nada es lo mismo que antes, ahora tengo pena. Mucha pena por otros asuntos... estamos viviendo la sensación de la derrota, porque nuestros hermanos han decidido abandonar la lucha, causando la derrota. Hemos perdido.

Quizás cuándo volvamos a vernos todos los que estuvimos ahí, unidos por nuestras convicciones.

Saludos a todos los cabros de la Casa Central que le pusieron el aguante.

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